by Nilda Violeta Vargas on Tuesday, December 28, 2010 at 6:59am

Este mes ha sido un torbellino. No ha sido la placida Navidad en que me envuelvo recogiendo la casa, planificando el menu, abasteciendo la nevera para las tres semanas de vacaciones, o encontrando cosas que llevo semanas buscando .

Esta Navidad ha sido de austeridad. Abrimos un solo regalito en la cena naviden'a. Dimos una sola visita de una hora a Plaza a ver a Black Swan, porque imaginate, si le han dado taaaanta promocion. Ademas ,compartimos en la acera con los vecinos, especialmente el fatidico dia del temblor de 5.4.

Ademas, mi hija se muda a Estados Unidos; deja el nido.

Por lo corto del aviso, me encuentro con las manos atadas. Le he ayudado poco, en lo que he podido.

Una vez saco el pasaje, ya las cosas comenzaron a fluir y se fueron definiendo las diligencias que teniamos que hacer.

Digo teniamos, pues siempre he apoyado a mis hijos en todo.

En la lista de cosas que habia que hacer ,estaba visitar a los abuelos que residen en la isla.

Alla fuimos. Antes de llegar, paramos en el cementerio para visitar la tumba de Rafi.

Alli nos plegamos llorando y luego reimos. No hay nada que te haga sentirte tan cerca de alguien como llorar y luego reir.

El resto del dia lo pasamos muy bien. Todos los nietos, familiares y hasta gente que nunca he visto estaban alli. Es obligatorio estar con la familia en la Navidad.Nos pusimos al dia en sus logros, planes y suen'os.Todas fueron buenas noticias y alegria.

Ahora, a enfrentarse al duro golpe de despedir a mi hija. Es bittersweet. Las cosas aqui estan de hormiga brava, anadiendolo a la oferta irresistible de trabajo y la oportunidad de estudiar la maestria en Estados Unidos, su decision fue obligada.

Me puse a la tarea de ver a quien conocia en esa ciudad para encargarle a mi hija. De pronto, han surgido nombres, no muy cercanos, pero vaya, al menos hay alguien ,aqui y alla.

Ella esta lo mas campante. Ni se inmuta. Que rica es esa edad. Todo es alegria, posibilidades, oportunidades.

Su alegria es contagiosa. Su madurez, admirable.

Cuando llega ese momento de dejar ir a nuestros hijos, for good, tenemos que obligatoriamente sentirnos orgullosos de su valentia y optimismo. Les deseamos lo mejor, los encomendamos a Dios, y eternamente esperamos su pronto regreso.